En épocas pasadas, era muy común que al momento en el cual le tocaba dar a luz a una mujer llegaban a la casa de la futura madre una comadrona, que era la persona encargada de asistir a la parturienta, en compañía de una o dos ayudantes.
Aunado a todo esto, en la casa se quedaban todas las féminas que hacían vida en ese sitio, entre las cuales tenemos la abuela, la madre, las hermanas, las tías y la suegra.
Todas ellas prestaban su ayuda o miraban con mucha atención cómo la comadrona recibía al nuevo miembro de la familia, mientras que el padre era relegado a permanecer en la parte de afuera.
Pero, hoy en día, las cosas son diferentes, porque los padres ya forman parte de este evento tan maravilloso que es el nacimiento.
Es recomendable que el progenitor esté presente en el nacimiento
Él va a tener la oportunidad de brindarle serenidad y darle ánimo y comprensión en esa ardua labor de parto.
Otro punto relevante de que el padre esté presente a la hora del alumbramiento, es que él va a tener la oportunidad de escuchar el primer llanto de su hijo en compañía de la madre.
Al momento que la mujer corone durante el parto y el bebé logre salir, el futuro padre puede solicitar al equipo médico el privilegio de cortar el cordón umbilical del neo nato, sin pena alguna por hacer esto.
La parte jocosa de la presencia del padre en el parto es que muchos de ellos, que se creen muy viriles, en ese momento tan importante se les baja la tensión o, en el peor de los casos, se desmayan al ver sangre; entonces, el equipo médico que atiende el parto tiene doble trabajo atender a la parturienta y al desmayado.